Si te preguntaran en una entrevista cuál es tu mayor fortaleza, ¿cuál es la probabilidad de que digas que eres consciente de ti misma? Probablemente, no sería lo primero que se te pasaría por la cabeza, incluso si te consideras una persona consciente de ti misma. La cuestión es que la mayoría de la gente no se da cuenta de lo realmente valioso que es poseer ese rasgo. El autoconocimiento está totalmente infravalorado.
Si tienes el conocimiento consciente de tu propio carácter, sentimientos, motivos y deseos, eres básicamente una fuerza imparable, amiga mía. La autoconciencia puede ser el arma más poderosa que puedes tener en la vida, pero mucha gente la deja de lado o no se da cuenta de lo increíble que es.
¿Por qué es tan poderosa la autoconciencia?
Porque te ayuda a establecer y alcanzar tus objetivos, a tomar decisiones acertadas, a mejorar tus habilidades y relaciones con la gente y a cultivar una sensación de paz interior. El autoconocimiento puede ayudarte a conseguir lo que quieras en la vida, siempre que sepas cómo utilizarlo en tu beneficio.
Apuesto a que la mayoría de los lectores de mi blog son personas conscientes de sí mismas (un saludo a la familia consciente de sí misma), y creo que es importante que nos tomemos un momento para reconocer todas las razones por las que abrazar nuestra autoconciencia es totalmente y 100% necesario.
10 razones por las que el autoconocimiento es tu mayor activo
1. Conoces tus puntos fuertes y débiles.
Sabes en qué eres buena, así que aprovechas esos puntos fuertes y los desarrollas aún más. Aceptas tus defectos y te tomas el tiempo necesario para aprender de ellos en lugar de obsesionarte con ellos. Eres realista en la forma de enfocar tus objetivos y los pasos que debes dar para alcanzarlos.
2. Eres consciente de tus emociones y de cómo reaccionas ante ellas.
Ser completamente consciente de lo que sientes en cada momento es una locura. Entiendes por qué te sientes de cierta manera, lo aceptas y decides cómo quieres reaccionar a ese sentimiento. Sabes que es tu decisión dejar que te abrume, aceptarlo como una lección o simplemente dejarlo pasar.
3. Sabes lo que te motiva.
Sabes que buscar la inspiración probablemente no te hará levantarte. Hace tiempo que te diste cuenta de que eres tú quien debe tomar la decisión de empezar, y de que eres tú quien debe motivarse. Claro que ayuda recibir una pequeña charla de ánimo de los grandes, pero en última instancia, tú eres la única que puede ponerte en la mentalidad correcta.
4. Eres consciente de cómo te presentas ante los demás.
¿Has conocido alguna vez a alguien que no sea consciente de cómo sus acciones y su actitud afectan a los demás? Es, como mínimo, frustrante. Como individuo consciente de sí mismo, prestas atención a cómo reaccionan los demás ante ti y puedes ajustar tu comportamiento para que sea apropiado en cualquier situación. Eres flexible y adaptable, pero eso no significa que seas un pusilánime.
5. Sabes cuáles son tus valores.
Sabes lo que vas a tolerar y lo que no. Te pones límites y no dejas que ni tú ni nadie cruce la línea. No te conformas con nada menos que lo mejor.
6. Confías en tu intuición.
“La mente intuitiva es un don sagrado y la mente racional es un siervo fiel. Hemos creado una sociedad que honra al siervo y ha olvidado el don”. – Albert Einstein.
Tu intuición es ese sentimiento visceral que te dice cuándo estás en el camino correcto y cuándo no. ¿Se ha equivocado alguna vez tu intuición? Piénsalo. Cuando tu juego de autoconciencia es fuerte, sabes que lo mejor es confiar en lo que tu intuición te dice sobre decisiones, situaciones y personas.
7. Te das cuenta cuando tienes pensamientos poco amables.
Ya sea que estés siendo poco amable contigo misma o con los demás, lo reconoces y haces un esfuerzo por cambiar tu forma de pensar. Puede que no seas positiva todo el tiempo (seamos sinceros, ¿quién lo es?), pero seguro que sabes cómo ponerte en una mentalidad positiva. Realmente creo que dominar la mente es una gran virtud que hay que trabajarse.
8. Entiendes que tu perspectiva enmarca tus creencias.
Reconoces que tus creencias, valores, pensamientos y acciones están ahí debido a tus experiencias de vida y a lo que has permitido que te influya. Entiendes que esto es igual para todos los demás, y, por lo tanto, comprendes que hay más de una manera de ver o hacer algo. Aceptas y respetas a quienes tienen opiniones diferentes, y sabes que lo que funciona para ti puede no funcionar para otros y viceversa.
9. Sabes lo que tienes que cambiar.
“Tienes que aprender quién eres realmente porque así no te engañarás a ti mismo”. – Gary Vaynerchuk
Si las cosas no parecen ir como esperabas, sabes que te toca cambiar algo. Ya sea la dirección en la que te diriges o simplemente el método que utilizas para llegar a ella, haces un inventario de lo que ha estado funcionando y lo que no, y entonces pruebas algo nuevo. También te das cuenta de cuándo estás siendo completamente improductiva, así que haces algo al respecto.
10. Eres consciente de tus acciones.
Actúas con un propósito porque conoces tus puntos fuertes, te ciñes a tus valores y confías en tu intuición. Básicamente, utilizas todos los rasgos mencionados en este post para guiarte en todo lo que haces. Eres la que juega y la que lanza. ¡Boom!
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